La tasa de interés es uno de los conceptos más importantes en la economía, porque afecta directamente al ahorro, al crédito y a la inversión. En términos simples, la tasa de interés es el costo del dinero: cuánto te paga un banco si guardas tu dinero o cuánto debes pagar si solicitas un préstamo.

Cuando depositas dinero en una cuenta, el banco te ofrece una tasa de interés como beneficio por confiar en él. Esto motiva el ahorro, porque tu dinero crece poco a poco. Por el contrario, cuando pides un préstamo o una hipoteca, la tasa de interés es el “extra” que pagas al banco por prestarte dinero.

El nivel de estas tasas no es aleatorio. El Banco Central de cada país decide si deben subir o bajar, y lo hace para controlar la inflación (el aumento de precios en los productos). Si la inflación sube demasiado, aumentan las tasas de interés para que la gente pida menos créditos y gaste menos. En cambio, si la economía necesita impulso, las tasas bajan para que los préstamos sean más baratos, la inversión aumente y se regule la política monetaria en cada país.

Esto impacta directamente a la deuda de las familias y empresas. Una tasa de interés alta significa créditos más caros, mientras que una tasa baja facilita el financiamiento. Por eso, entender cómo funcionan las tasas de interés es clave para manejar mejor tu dinero y tomar decisiones inteligentes en ahorro, inversión o financiamiento.

Ejemplo:
Imagina que pides un préstamo de $1,000 pesos al banco con una tasa de interés del 10% anual. Al final del año tendrás que devolver $1,100 pesos: los $1,000 que pediste más $100 de interés. Ese 10% es la “regla del juego” que marca cuánto cuesta usar el dinero prestado.